Perder grasa y ganar salud

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Muchas veces nos equivocamos de adversario. Nos obsesionamos con lo que dice la báscula en vez de preocuparnos de mejorar cómo nos sentimos y de perder grasa. Ganar salud y perder grasa son los verdaderos objetivos, no perder peso. Además, si lo haces bien, con el plan adecuado, puedes lograr ambos sin sentir que estás en una lucha continua.

Perder Grasa

Se suelen usar los términos “perder peso” y “perder grasa” de manera intercambiable. En realidad son cosas muy diferentes. Tu peso se compone de agua, grasa, músculo, huesos, órganos. Los que se pasan la vida a dieta tienen muchas probabilidades de perder músculo e incluso densidad ósea, y esto es lo último que tu cuerpo necesita. El músculo no sólo da forma a tu cuerpo, ayuda a quemar grasa y sobre todo es tu fuente de juventud, tu seguro de vida.

Imagínate dos personas que están a dieta. La primera pierde 5 Kg de grasa y la segunda pierde 5 Kg de músculo. Si sólo miran la báscula ambos estarían igual de contentos, pero el resultado visual (y en salud) es muy diferente.

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Es un ejemplo extremo. Rara vez pierdes únicamente grasa o únicamente músculo, pero la forma en la que reduces las calorías (comida) y la forma en la que aumentas el gasto energético (ejercicio) impacta significativamente el resultado final de tus esfuerzos. El Plan Revolucionario está diseñado para maximizar la pérdida de grasa minimizando la pérdida muscular. Es muy importante considerar esto, porque la evolución humana nos “diseñó” justo al revés.

Como vimos en el resumen de nuestra historia evolutiva, la caza y el fuego nos permitieron desarrollar un gran cerebro, pero tuvimos que desarrollar a la vez una gran capacidad de almacenar energía para mantenerlo funcionando. Y ninguna energía es más eficiente que la grasa. Es decir, nuestra facilidad para acumular grasa es el precio que pagamos evolutivamente por un gran cerebro. Los monos y gorilas tienen un porcentaje de grasa corporal mucho menor que el nuestro, ya que no necesitan tanta energía para alimentar su cerebro. Parece cierto eso de que no se puede tener todo.

Por el contrario, el músculo es un tejido caro de construir y de mantener, pero ofrece poca energía cuando se utiliza como combustible. Por este motivo tu cuerpo se resiste a desarrollar músculo, pero lo pierde con facilidad cuando haces dieta, especialmente cuando tus niveles de grasa son ya reducidos y no haces el ejercicio adecuado.

Si pierdes proporcionalmente grasa y músculo tu cuerpo no mejora, simplemente se hace más pequeño. Si tienes forma de pera, simplemente te conviertes en una pera más pequeña. Y esa no es la idea. Más adelante explicaremos el enfoque que debes seguir para maximizar la pérdida de grasa minimizando la pérdida muscular, y cómo medir el progreso.

Ganar Salud

Hace menos de un siglo los grandes asesinos eran las enfermedades infecciosas. Para combatirlas, el enfoque de la medicina moderna ha sido tremendamente exitoso. Ahora los enemigos han cambiado. El mayor coste en los países desarrollados, tanto en términos de vidas como económicos son las patologías crónicas (obesidad, diabetes, enfermedad del corazón, cáncer, enfermedades neurodegenerativas…). Contra ellas, la medicina actual está fracasando.

Las causas principales de estas nuevas enfermedades no tienen que ver con virus o bacterias contra los que podamos luchar, sino principalmente con nuestro estilo de vida, y en buena parte, con nuestra alimentación. Por este motivo uno esperaría que los médicos tuviera sólidos conocimientos de nutrición, de los alimentos y de su impacto en la salud. Nada más lejos de la realidad. Según algunos estudios un médico recibe menos de 25 horas de educación sobre nutrición en toda su carrera. En algunas universidades es una asignatura opcional.

Para hacer el problema mayor, muchas (de las pocas) cosas que estudian están desfasadas y no responden a los últimos descubrimientos científicos. La brecha entre lo que nos dice la ciencia y lo que divulgan los médicos en materia de nutrición es preocupante. Después de leer este libro sabrás más de nutrición que la mayoría de médicos.

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La medicina moderna se basa principalmente en asignar fármacos y procedimientos quirúrgicos a determinados síntomas. En los problemas crónicos sólo se pretende enmascarar los síntomas con medicamentos, pero no se trata el problema de raíz. Pongamos el caso de un paciente que visita a su médico, con claro sobrepeso, niveles de glucosa muy elevados (prediabético), hipertensión y triglicéridos por las nubes. Los estudios indican que estos factores pueden revertirse con la alimentación adecuada y otros cambios de estilo de vida.

 

Sin embargo, lo más probable es que esa persona salga de la consulta condenado a tomar durante años, quizá de por vida, un fármaco para reducir los niveles de glucemia, otro fármaco para reducir la tensión y otro más para reducir el colesterol. En el mejor de los casos el médico le dirá que tiene que mejorar su alimentación, y le recomendará una dieta muy baja en grasa, colesterol y sal. Esta alimentación dista bastante de la que realmente necesita. En resumen, nuestro pobre paciente sale de la consulta con un diagnóstico (por ejemplo síndrome metabólico), una buena lista de fármacos y una recomendación de nutrición con escaso respaldo

científico. Buenas noticias para la industria farmacéutica (un cliente recurrente), malas noticias para el paciente, que simplemente recibe parches para sus diferentes síntomas, pero nada que vaya a resolver el problema que los origina todos. Sería injusto culpar a los médicos. Al fin y al cabo es el modelo que les enseñaron. Los incentivos de la industria farmacéutica son muy fuertes, y por eso juega un papel clave en la formación de los médicos.

El punto principal que queremos transmitir es que tu salud está en tus manos. Somos afortunados de tener médicos y fármacos, pero ni unos ni otros podrán prevenir (ni curar) las enfermedades modernas.

Es innegable que la genética juega un papel en tu predisposición a sufrir cualquiera de estas enfermedades, pero en la mayoría de casos los genes sólo predisponen, no predestinan. Es tu estilo de vida lo que determina muchas veces si una predisposición genética se materializa en enfermedad o permanece durmiente toda la vida. Los genes cargan la pistola, tu estilo de vida aprieta el gatillo.

Una alimentación como la que detallamos en nuestro reto20 no sólo reduce tus posibilidades a largo plazo de desarrollar estas enfermedades, sino que muchos han experimentado a corto plazo otros efectos secundarios más allá de reducir la grasa corporal:
  • Más energía, al hacer más eficiente el funcionamiento de tus mitocondrias y regular los niveles de glucosa en sangre (más detalle).
  • Mejores digestiones, disminuyendo los típicos trastornos gastrointestinales.
  • Menos dolores de cabeza, recuerda la conexión entre tu cerebro y tu sistema digestivo.
  • Piel más sana, al contar con los nutrientes adecuados y reducir la inflamación intestinal.
  • Dientes con menos problemas, evitando sus principales enemigos y priorizando nutrientes fundamentales para su regeneración.
  • Mejor descanso.
  • Reducción de triglicéridos en sangre e indicadores de inflamación (como proteína C-reactiva). Ambos mejores indicadores de enfermedad coronaria que el colesterol.
  • Como diría Hipócrates, que tu alimento sea tu medicina.

Con nuestro reto20 vas a alcanzar tus objetivos de manera sencilla, vas a aprender a comer, vas a tener más energía y solo vas a utilizar suplementación las primeras semanas luego sabrás que comer para toda la vida. Invierte en tu salud.

Podrás ver algunos cambios físicos y las medidas perdidas en nuestro instagram en la sección de historias destacadas. 

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